¿QUÉ ES SER DE
IZQUIERDA HOY?(1)
Jorge Insunza
Becker
Miembro de la Comisión Política
Partido Comunista de Chile
El tema fue
sugerido por los organizadores y había que aceptar el desafío de intentar
una respuesta.
Esta no puede ser
mas que una primera aproximación. Lejos de mí pretender agotarla o exponer
criterios que no puedan ser sometidos a crítica. Los cursos que se inician
serán plenos de consultas, intercambios y dudas. No en vano Marx, consultado
por sus hijas acerca de su frase preferida, respondió: ”Siempre duda”
Partamos por decir
algo sobre el origen del concepto de izquierda. La historia, la verdadera
historia, es siempre una buena consejera. Quienes dieron origen a la
denominación, por tanto, los primeros representantes de la izquierda fueron
los “montagnards”, los seguidores de Robespierre. En la Asamblea, mas
precisamente en la Convención Francesa, que expresó los intereses de la
Revolución, los representantes jacobinos, la Montaña, ocupaban los escaños
de arriba y la izquierda. Los girondinos, los de la derecha y de abajo. Unos
y otros expresaban el conflicto entre dos concepciones del desarrollo de la
revolución. Una que proponía la alianza de sectores de la pequeña burguesía
revolucionaria con el pueblo, con lo “sans culottes”, otra que se conformaba
con una monarquía constitucional y privilegiaba mas bien una alianza con
sectores de la nobleza, aunque estos no ya como dominadores. Una corriente,
los jacobinos, ponía al centro la lucha por la libertad, la otra tenía como
lema central la defensa de la propiedad, ciertamente no feudal sino
burguesa. La mayoría de los convencionales, que oscilaban entre esas dos
vías, se instalaban al centro.
Podemos decir que
los izquierdistas de ese tiempo nos heredaron valores que se pueden asumir
con orgullo. Ellos promovieron y redactaron la primera Declaración de los
Derechos del Hombre y del Ciudadano, cuya influencia traspasó ampliamente
las fronteras de Francia. Tienen sonoridad hasta nuestros días sus
afirmaciones democráticas categóricas. “ La libertad es el poder de cada
hombre de ejercer según sus decisiones todas sus facultades. Tiene los
derechos de los otros por límite, la naturaleza por principio y la ley por
salvaguardia” (art. 4). “ La ley no puede defender nada que sea dañino para
la sociedad, la ley no puede ordenar sino lo que le es útil” (art. 5).
Siendo como eran
representantes de la revolución burguesa, y reconociendo por tanto los
fueros de la propiedad privada, se dirigían al pueblo, expresando:
“ El derecho de
propiedad no puede perjudicar ni la seguridad, ni la libertad, ni la
existencia, ni la propiedad de nuestros semejantes.”
“ Los alimentos
necesarios al hombre son tan sagrados como la vida misma. Todo lo que es
necesario para conservarla es una propiedad común de la sociedad entera Sólo
el excedente puede ser propiedad individual y quedar librado a la industria
de los comerciantes.”
En la lucha por
definir el rumbo de la revolución los jacobinos vivieron, por cierto,
momentos de retrocesos. La forma en que Robespierre y los suyos, enfrentaron
esos momentos es una lección de ética política democrática. Lo central fue
siempre recurrir al pueblo y colocar en sus manos las decisiones, contando
con su movilización activa para la creación de las condiciones que
aseguraran el logro de los objetivos republicanos. Puestos en minoría por la
Gironda en la Convención, en cuestiones que ponían en riesgo la
supervivencia de la República, la voz de orden de Robespierre a los
jacobinos fue:
“Debemos retirarnos
a nuestras secciones ( distritos electorales), exponerles la situación,
solicitarles que nos expresen sus sentimientos sobre la conducta que hemos
tenido, devolverles los poderes que nos han delegado y, si ellos nos los
mantienen, solicitarles los medios para permanecer en nuestros cargos o
morir en ellos si es necesario."
Es sabido que
fueron derrotados. Pero su lucha no fue en vano.
Hay razones,
repito, para aceptar con orgullo para nosotros el concepto de fuerzas de
izquierda.
El asunto es como
serlo en nuestro tiempo y lugar. Creo que una definición aproximada de las
fuerzas de izquierda puede ser la siguiente: la izquierda es siempre la
fuerza que se propone llevar adelante el cambio de fondo que demanda el
desarrollo de los valores humanos en una situación dada, que promueve la
superación del estado de cosas existente apuntando a los cambios
estructurales necesarios y no sólo a parches, afeites o cambios cosméticos.
Desde que los
primeros izquierdistas asomaron en la historia han transcurrido mas de dos
siglos. En el intertanto, emergió la teoría marxista, se abrió a la ciencia
el continente de la historia con la creación intelectual de Marx y Engels,
mas tarde Lenin, luego Gramsci y tantos otros creadores, Se enriqueció la
capacidad de delinear la iniciativa histórica haciendo pié en la ciencia
aunque sin que, por ello, dejase de ser también un arte. El análisis de las
contradicciones sociales ganó en posibilidades de profundidad y precisión,
que solo puede ser tal a condición de conocer a fondo la realidad y
previniéndose de todo mecanicismo, todo determinismo estrecho.
Poner en claro la
forma en que se expresa aquí y ahora la contradicción fundamental de la
época que vivimos y descubrir, sobre esa base, la contradicción principal en
este período y en esta sociedad, vale decir, aquel eslabón, parafraseando a
Lenin, aferrándose al cual los revolucionarios pueden dirigir toda la cadena
de acontecimientos hacia la victoria, es la tarea de la izquierda hoy.
Una primera
determinación del ser izquierda hoy en Chile (y ciertamente no sólo en
Chile) es ser radicalmente opositor al neoliberalismo. Chile tiene el triste
privilegio, del que se vanaglorian con razón los más recalcitrantes
reaccionarios, de haber servido de conejillo de Indias de la implantación de
esa forma extrema de capitalismo con la ventaja de emplear para ello la
coerción mas brutal, la de la dictadura pinochetista. El aplastamiento de
toda resistencia significó que en los años de la tiranía, según un cálculo
de Pedro Vuskovic, se forzó el traspaso desde los ingresos salariales a los
excedentes de capital el 15% del PIB nacional, esto es, al valor de hoy,
unos 10 mil millones de dólares anuales.
El resultado fue
una extrema profundización del abismo entre ricos y pobres, un deterioro
inmenso de la calidad de vida de los chilenos en materia de salud,
educación, vivienda, infraestructura. Un acentuado proceso de
desindustrialización y de acentuación de la subordinación de nuestro país a
fuerza externas.
La derrota parcial
de la dictadura y el estancamiento de una transición real a la democracia
han determinado la permanencia del sistema neoliberal como dominante. El
chantaje de la derecha y el militarismo y la connivencia de la Concertación,
donde los partidarios del neoliberalismo ejercen una hegemonía
incontrarrestada hasta hoy, han consolidado y profundizado este dominio.
Chile, por lo
general, no ostenta records mundiales. El neoliberalismo nos los ha
otorgado.
La OIT ha
constatado que Santiago de Chile es la ciudad que ostenta la mas larga
jornada laboral del mundo. Largamente mas de 2000 horas anuales.
La OMS estableció,
en una encuesta realizada a nivel mundial, que nuestra capital es la que
tiene el mas alto porcentaje de seres humanos afectados por problemas
psicológicos y psiquiátricos.
CEPAL acredita, en
este caso es solo un segundo lugar, la peor distribución de ingresos en
América Latina, que es la mas desigual del mundo.
El PNUD por su
parte ha constatado que la inseguridad objetiva y subjetiva es un grave
problema en el país. La mayoría se siente desamparada, ve al prójimo como
un adversario. Teme enfermarse, mira con pavor la perspectiva de la vejez,
siente extrema inseguridad en el trabajo.
En pocas palabras,
Chile es demostración de la inhumanidad extrema del sistema de capitalismo
salvaje hoy imperante, manifestación de cómo los cambios y desarrollos
gigantescos que experimentan las capacidades de la humanidad de satisfacer
las necesidades de los seres humanos pueden ser y son convertidas por el
sistema social y político dominante en instrumento para la exclusión de
millones de personas.
Ser de izquierda es
confrontarse a este sistema y contribuir a generar las fuerzas que permitan
dejar atrás esta herencia maldita de la dictadura. Eso es imposible sin la
conquista de una verdadera democracia. Sobre esas bases es que asumimos que
la contradicción principal en relación con la que deben separarse aguas es
entre neoliberalismo y democracia.
La izquierda es
entonces el democratismo consecuente, la lucha intransable por los derechos
humanos, por verdad y justicia, porque es claro, y debe serlo para todo el
pueblo, que la agresión a los derechos democráticos fue y será inseparable
de la instalación y permanencia del capitalismo salvaje.
La implosión de la
URSS y el desmoronamiento de los países socialistas de Europa, por causas en
primer lugar internas que permitieron el éxito de la pertinaz ofensiva
imperialista por poner fin a la experiencia de un tipo nuevo de sociedad,
cuyo análisis necesario aun no culmina, significó un cambio sustancial en la
correlación de las fuerzas a nivel mundial.
La euforia de los
dominadores no conoció límites. Supusieron que su dominio sería eterno.
Proclamaron, ni más ni menos, que el fin de la historia. La determinación de
imponer un pensamiento único se llevó adelante con máxima agresividad. Se
trató y se trata de aplastar todo pensamiento alternativo, hasta el más
tímido. Y, por cierto, la idea de un régimen social capaz de asegurar la
justicia y la igualdad como base de una libertad real, es clasificada en el
campo de los bellos sueños que no son mas que eso y que, de ponerse en
práctica, conducen a un desastre. Esta ofensiva avasalladora en el campo de
las ideas, que dejó tantos muertos y heridos ideológicos en el camino, es un
instrumento para hacer posibles medidas harto más prácticas: la acentuación
de la explotación del trabajo humano, la aceleración de la concentración y
centralización del capital en ritmos hasta ahora desconocidos.
Su resultado más
determinante es la instalación de un mundo llamado unipolar, caracterizado
por el poder, incontrarrestado hasta hoy, de una super potencia: los EE.UU,
poder empleado para imponer el neoliberalismo, es decir, el capitalismo
salvaje, en todas las latitudes. La tendencia objetiva, es decir, la
existencia de un proceso determinado por la necesidad interna del desarrollo
social hacia la internacionalización de la vida económica y social,
tendencia que Carlos Marx y Federico Engels pusieron en evidencia ya en el
Manifiesto Comunista, se ha expresado, en nuestros días, en el llamado
proceso de globalización. Esta internacionalización, que, por cierto, no es
la única posible contra los que dicen los adoradores del mercado, no se
realiza en el interés de la humanidad sino bajo el control y el poder de la
transnacionales y, por ello, en el interés del lucro y la ganancia a toda
costa.
Este es, sin duda,
el factor principal de la situación internacional que vivimos. En sus
marcos, los gigantescos avances en la ciencia y la tecnología, como lo
vemos, por ejemplo, de modo tan impactante en el campo de las
comunicaciones, no se traducen en bienestar para la mayoría sino, por el
contrario, en la profundización del abismo entre ricos y pobres, que es un
modo blando y muy postmoderno de decir entre explotadores y explotados.
En ninguna época de
la vida de la humanidad sobre la Tierra las capacidades de satisfacer las
necesidades materiales de los seres humanos habían sido tantas. En 1998 el
volumen de producción para el consumo había crecido 6 veces en comparación
con 1950. En el mismo período la población mundial aumentó 2,5 veces. Sin
embargo, a pesar de semejante aumento de la producción los países menos
desarrollados siguen quedando atrás en la satisfacción de las necesidades de
sus pueblos. Desde 1980, 60 países se han ido empobreciendo constantemente.
En un mundo de abundancia, mas de 1000 millones de personas no están en
condiciones de satisfacer sus necesidades humanas más elementales. Cerca de
2.500 millones no tiene acceso al saneamiento básico. Si en 1960 el
quintil mas rico en el mundo obtenía 30 veces mas que el quintil mas pobre,
en 1990 esta proporción había subido a 60 a 1 y en 1997 ya escalaba a 74 a 1
según las cifras compiladas por el Informe sobre Desarrollo Humano de la
ONU.
La sumisión a los
dictados del FMI, el Banco Mundial, la Organización Mundial de Comercio
(antes al GATT) y sus “ajustes estructurales” han dado como resultado que,
según constata de nuevo la ONU, menos de 400 grandes ricos poseen en su
conjunto una riqueza equivalente a los ingresos anuales de la mitad de la
población mundial, es decir, cerca de 3000 millones de seres humanos.
Ser de izquierda
hoy supone contraponerse decididamente a la globalización a dominio
transnacional y, para llevar adelante la lucha con éxito, hacernos
portadores de la defensa de los derechos nacionales.
El desarrollo de la
nación ha sido dejado de lado por el gran capital. Como es sabido, la
burguesía jugó un rol determinante en la formación de las naciones. Hoy, en
la senilidad de su sistema, lanza eso por la borda. Un símbolo del sentido
nacional de los grandes empresarios lo constituye la reacción de Ricardo
Ariztía, Presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio. Ante
la demanda del Arzobispo de que inviertan en Chile para aliviar la cesantía,
este pío feligrés le responde que ellos invierten donde se gane más. Y
punto. Su bandera no es tricolor ni tiene estrella, es probablemente negra
y, en vez de calavera y tibias cruzadas, esto con seguridad, han instalado
el signo pesos.
Incapaces de una
concepción nacional de desarrollo se impone la supuesta conveniencia de
incorporarse ciegamente en la corriente de flujos de comercio y de capitales
en el mundo. Los resultados de esta opción son conocidos. En Chile, la
desnacionalización de nuestra economía ha conducido a que hoy el 53 % de la
propiedad del capital que opera en Chile sea extranjera. Lo propio ocurre en
otros países del subcontinente. La medida del daño se puede apreciar en la
deuda externa de nuestra región. En el año 1985 la deuda externa de América
Latina era de unos 300.000 millones de dólares. Hoy la deuda es de 750.000
millones pero solamente entre los años 92 y 99 la región entregó como
servicio de esa deuda 913.000 millones. ¿Quien presta capitales a quien? No
cabe duda que en esto la culpa no es solo del imperialismo norteamericano.
Juegan también su rol las oligarquías de cada uno de nuestros países.
Ser de izquierda
hoy es plantear y luchar por la plena recuperación de nuestras riquezas
naturales y en primer lugar el cobre. La miserable obsecuencia de la
dictadura significó reinstalar a los grandes capitales externos en el
control de esa riqueza, provocar una sobreproducción que lanzó al suelo los
precios provocando inmensas pérdidas al país. Cálculos serios han demostrado
que con cerca de 4 millones de toneladas de producción anual, Chile percibe
hoy menos que cuando CODELCO tenía un posición dominante y la producción
era de 2 millones de toneladas.
Lo propio vale para
otros recursos nacionales. Sólo el control nacional de ellos hará posible la
puesta en marcha de un proyecto nacional de desarrollo asentado en una
economía alternativa de carácter planificado y orientada por la justicia
social, donde la incorporación de valor agregado sea en industrias como en
servicios debe ser la palanca principal del desarrollo.
Esto significa que
un nuevo Estado, de carácter democrático, efectivamente representativo de la
voluntad soberana, realmente descentralizado, que incorpore siempre mas
formas de democracia y participación directa, debe jugar un papel
determinante en la realización de ese proyecto. Debemos asumir que la
ideología dominante ha tenido éxito en desacreditar los público y promover
la supuesta excelencia de lo privado. Es tarea de la izquierda poner las
cosas en su lugar.
El sentido nacional
que la izquierda encarna es inseparable de su vocación internacionalista.
Ser de izquierda es, hoy como ayer, ser internacionalista.
Antes del llamado
final del Manifiesto Comunista, ¡Proletarios de todos los países uníos!
nuestros primeros antecesores de izquierda habían propuesto incorporar en la
Declaración de los derechos del Hombre y el Ciudadano los siguientes
artículos:
“ Art. Los
hombres de todos los países son hermanos y los diferentes pueblos deben
prestarse ayuda según sus poderes, como los ciudadanos de un mismo estado.
Art. El que
oprime a una nación se declara enemigo de todas las naciones.
Art. Los que
hacen la guerra a un pueblo para detener los progresos de la libertad y
aniquilar los derechos del hombre deben ser perseguidos por todos, no como
enemigos ordinarios, sino como asesinos y bandoleros rebeldes.
Art. Los reyes,
los aristócratas, los tiranos, sean quienes sean, son culpables en rebelión
contra el soberano de la tierra que es el género humano y contra el
legislador del universo que es la naturaleza.”
Se podrá decir, con
razón, que en estas frases hay rasgos de idealismo filosófico,
desconocimiento de la estructura clasista de las sociedades humanas de ese
tiempo. Si. Pero eso es pedantería que oscurece lo esencial: la convicción
revolucionaria que inspira esas palabras.
La intensificación
de las relaciones entre los pueblos es, como hemos dicho, una tendencia del
desarrollo de la humanidad. Podría significar inmensas ventajas si se
llevara adelante en el respeto de la diversidad, de la identidad, de los
derechos y la equidad para todas las naciones.
El hecho que el
imperialismo use la globalización para agredir, intervenir y expoliar a los
pueblos, imponer falsas democracias y fortalecer la hegemonía de los EE.UU.,
todo lo que convierte la integración en desintegración y exclusión, no nos
puede llevar a un nacionalismo estrecho, a una pretensión de
enclaustramiento.
Si la izquierda
adopta tal postura solo facilitaría que la tendencia a la
internacionalización continúe expresándose con las lacras que hoy la marcan.
“La globalización está” pontificaba anteayer Soledad Alvear “ El asunto es
como nos insertamos en ella”. Defendía así el tratado de libre comercio con
EE.UU. y el ALCA , despidiendo a Piñera y Foxley en su viaje a la capital
del imperio para implorar la aprobación de esos tratados.
La médula de estas
actitudes está explicada en la conversación privada del Presidente con un
senador norteamericano. La Terceras la describió así:
“ Lagos le
planteó al influyente senador (Grassley, Presidente de la Comisión de
Finanzas del Senado) que el mundo actualmente pasa por un momento único en
los últimos cuatro siglos al contar con un superpoder capaz de liderar el
hemisferio y el mundo. El liderazgo de los EE.UU., le aseguró Lagos, será
decisivo para trazar el mapa de las próximas décadas”
¿Donde la viste?
exclamará hasta el lolo mas desaprensivo. Es la filosofía de la
subordinación llevada hasta el extremo. La pérdida de sentido nacional de
los gobiernos latinoamericanos está ejemplificada en ese empeño en sumarse
al ALCA.
Desde 1994 México
es miembro del tratado cuya matriz simplemente se prolongará. En 6 años sus
efectos son objetivamente mensurables. Veamos. En los años 70, México sin
TLC y sin neoliberalismo creció a un promedio de 6,6% anual. En los 90, con
TLC y con neoliberalismo creció 3,1%.
El ingreso de
capital extranjero, señuelo predilecto de los promotores del tratado, se
revela como una quimera: entre 1998 y 2000 ingresaron 36.738 millones de
dólares. En el mismo período el déficit de cuenta corriente fue de 48.699
millones. O sea salieron casi 12 mil millones mas de los que entraron.
En los años de
vigencia del tratado la canasta básica de alimentos de la población mexicana
aumentó de precio en un 560% mientras que el salario real solo aumentó en
130%. El trabajo en el área informal, producto de la miseria y la
marginación, abarca ya el 50% de la fuerza de trabajo del país. Con estos
resultados ¿porque ir de cabeza a abismo?
Es un error grave
de apreciación limitar las exigencias de los trabajadores frente al ALCA a
la incorporación de ciertas cláusulas laborales y ambientales en los
tratados para terminar aceptándolos. No dudamos de la buena fe de los que
así opinan, pero el problema es de otra envergadura. ¿Para cuantos
trabajadores habrá trabajo en un país limitado a ser proveedor de productos
de bajísimo valor agregado? Miremos de nuevo a México.
Por otra parte, el
ALCA es inseparable de los otros componentes de la política del imperio y de
la dosis de violencia reaccionaria que les es inherente. El elemento
principal en este aspecto es el Plan Colombia, operación de agresión llevada
adelante con la cobertura de la lucha contra el narcotráfico cuando es
evidente que el objetivo central es el aplastamiento de las FARC. Ya están
en acción 500 oficiales norteamericanos, 200 mercenarios manejando
helicópteros, que son exoficiales de las fuerzas especiales que ahora
trabajan para empresas privadas. Es la privatización hasta de la guerra. El
Plan Colombia pretende liquidar el foco de resistencia armada al modelo y al
mismo tiempo garantizar el control del triángulo Ecuador, Venezuela,
Colombia rico en petróleo. No es un objetivo menor de este Plan el someter o
desbancar al Presidente Chavez cuya postura nacionalista no se condice con
los planes de sometimiento que se tienen para nuestra región. Por cierto, el
imperio se niega a levantar el bloqueo contra Cuba pese a las reiteradas
resoluciones de la Asamblea General de la ONU y se preocupa de excluirla
explícitamente del acuerdo: este es un acuerdo para yanaconas, no para
rebeldes.
Fidel Castro
comentó en estos términos los procesos en curso: “ Sabemos que América
Latina y el Caribe pueden ser devorados, pero no podrán ser digeridos. Mas
tarde o mas temprano, como el personaje bíblico.... escaparán del vientre de
la ballena. Y el pueblo cubano los esperará desde fuera.... conoce que en
tanto no mejoren sus condiciones de vida, los pueblos del Tercer Mundo se
harán cada vez mas ingobernables y forzarán las soluciones necesarias”.
Ser de izquierda es
revitalizar la solidaridad internacionalista para enfrentar con mayores
posibilidades de éxito la ofensiva del gran capital. En verdad, hay que
cambiar el curso del desarrollo de la humanidad. Lo que viene ocurriendo no
puede ni debe continuar. Y para ponerle fin debemos coordinar, articular y a
la postre unir nuestras fuerzas y nuestras luchas. Cada nación hará su
camino pero solo alcanzará la victoria con la solidaridad de todos y cada
uno de nosotros.
También en este
tiempo, la contribución mas decisiva, nunca única por cierto, que podremos
hacer a la batalla mundial contra el neoliberalismo es la que haremos
elevando la lucha en el seno de nuestra sociedad y con nuestro pueblo.
Es una tarea aún
pendiente de la izquierda llenar la exigencia de una comprensión de los
grandes cambios que han tenido lugar en nuestras sociedades con la
implementación de las nuevas formas de acumulación capitalista. Hoy el
capitalismo neoliberal actúa sin contrapesos que los fuercen a hacer
concesiones, como ocurrió en el período en que el socialismo, pese a sus
defectos pero por cierto también con sus valores, forzaba al gran capital a
presentar un rostro humano, por ejemplo a través de los llamados estados de
bienestar.
Ser de izquierda es
decidirse a estudiar lo mas a fondo posible la realidad en que actuamos.
Comprendiéndola podremos descubrir y poner en acción las fuerzas para el
cambio.
Uno de los
principales argumentos del desarme moral de las fuerzas revolucionarias ha
sido y sigue siendo la afirmación de la desaparición de las clases y en
particular de la clase obrera, del proletariado moderno, para usar una
expresión de Marx.
Es cierto que en
nuestro país destacamentos proletarios que fueron portadores de los cambios
en el pasado reciente, el núcleo proletario minero-industrial, ha sido
debilitado y parcialmente desestructurado. Han casi desaparecido los mineros
del carbón, sectores industriales como textiles, metalúrgicos, cuero y
calzado y otros han disminuido verticalmente. El daño de la represión
dictatorial pero sobre todo las nuevas formas de explotación ligadas a la
flexibilización laboral, el subcontrato, la polivalencia, la reingeniería,
los conceptos de calidad total, así como la extrema prolongación de la
jornada de trabajo y otras técnicas de “eficiencia” capitalista, han
afectado las formas tradicionales de organización sindical. El fenómeno de
la cesantía, problema estructural del sistema y no sólo efecto de la crisis
porque, mas bien al revés, la crisis ha sido usada para acelerar la
tendencia a excluir del proceso de producción formal a miles de trabajadores
que es el resultado obligado del empleo de los logros de la revolución
científico técnica en los marcos del capitalismo, ha operado hasta ahora
como factor de debilitamiento del movimiento sindical organizado.
Sin embargo, los
enterradores del proletariado han olvidado un detalle: el capitalismo no
puede existir ni un solo día sin trabajadores. Por tanto, emergen nuevos
productores de plusvalía, es decir nuevos proletarios. Muchos, la mayoría
por ahora, no asumen su condición de tales. La forma en que realizan su
función productiva hace más compleja su toma de conciencia.
De nosotros depende que en el nuevo tiempo que se abre
camino así ocurra y eso significa, creo, que estamos
demandados de producir en nosotros mismos una revolución intelectual y moral
que nos haga capaces de contribuir a elevar la conciencia y la organización
de los trabajadores y del pueblo para vencer el apoliticismo, secuela del
individualismo, recurso ideológico fundamental del imperialismo y el
neoliberalismo para asegurar la resignación y el pesimismo.
Ser de izquierda en
el campo sindical significa por ello actuar como portadores de las ideas del
cambio social. Reducir nuestra acción a los marcos del gremialismo, de las
solas reivindicaciones sectoriales, es condenar a los trabajadores a seguir
siendo mas objetos que sujetos.
Nuestra convicción
es que la fuerza motriz principal del cambio de sociedad seguirán siendo los
trabajadores y ello, creemos, es una definición básica sino de la izquierda
en general, si de la izquierda revolucionaria.
No obstante debe
ser claro que el éxito del proceso de cambios revolucionarios estará ligado
a la capacidad de unir a todos los que se sienten agredidos por el sistema.
Una política de alianzas, amplia, flexible, inteligente es parte del ser de
izquierda.
La exacerbación del
capitalismo contribuye a formar nuevas fuerzas motrices o potenciales
fuerzas aliadas para el cambio. Aunque algunos de los agredidos solo
proponen en muchos casos modificaciones que no cuestionan la totalidad del
sistema, la batalla por sus exigencias los hará chocar con él y no podrán
mas que asumir la necesidad de hacer saltar los candados.
Los pueblos
originarios en nuestro país han renovado la conciencia de sus derechos e
intensificado la lucha por hacerlos valer. Eso los confronta a grandes
empresas y a la protección que el sistema brinda a esa propiedad privada. El
capitalismo no podrá darles satisfacción. Su destino está ligado al cambio
de raíz de la sociedad y por ello su posibilidad de victoria vinculadas a
sus relaciones con los trabajadores. Esto aún no es claro para todos sus
dirigentes.
Los defensores del
medio ambiente levantan demandas justas para terminar con el drama de los
niños que absorben plomo, o las temporeras que paren niños deformes porque
trabajan con pesticidas que agreden al ser humano, o las plantas
industriales que destruyen para siempre equilibrios ecológicos que llevan a
la desaparición de especies.
El capitalismo
salvaje en Chile y el mundo entero privilegia el afán de lucro y pasa por
alto las consecuencias que su modelo de acumulación tiene en el medio
ambiente, en el enorme derroche y agotamiento de recursos naturales y en los
peligros que el conlleva a la humanidad. Hace pocos días el nuevo Gobierno
norteamericano decidió su retiro unilateral del acuerdo de Kioto donde el
estado norteamericano se había comprometido a la disminución de los gases de
invernadero. El centro imperial produce por sí sólo el 25% de esos gases. No
obstante, Bush determinó que importan mas las ganancias de sus empresas.
El ecologismo
consecuente no puede sino confrontar el neoliberalismo y el poder imperial y
hacerse parte de la lucha de la izquierda. Por otra parte, ser de izquierda
hoy significa incorporar la dimensión de la defensa del medio ambiente y el
concepto de desarrollo sostenible.
Una reflexión
semejante debemos hacer como izquierda en relación con los movimientos
feministas. Los problemas de género son una realidad que no resuelve el
éxito de la lucha de clases per se. Es una especificidad que ignoramos en
ciertos períodos de nuestro pasado. Y lo propio vale para la diversidad
sexual. Toda demanda justa debe ser parte de nuestra visión de izquierda
hoy.
Los sectores medios
sienten con creciente crudeza que el sistema actual reduce cada día sus
espacios. Han sido amedrentados dos siglos con el fantasma del comunismo que
amenaza su propiedad. Hasta ahora han comulgado con esas ruedas de carreta.
Así fue en la mayoría de los casos durante el Gobierno Popular. Pero los
hechos hablan por si mismos y confirman las palabras de Marx :” Se nos ha
reprochado a los comunistas querer abolir la propiedad personalmente
adquirida ....¿Os referís acaso a la propiedad del pequeño burgués... No
tenemos que abolirla: el avance del capital está aboliéndola a diario....”.
Esas capas sociales de la ciudad y del campo tendrán mas posibilidades con
los trabajadores que contra los trabajadores. Eso es claro. Es claro también
que hay contradicciones pero ello no es obstáculo para formas de unidad y
acuerdos que el gran capital no será capaz de construir.
Ser de izquierda
hoy obliga a profundizar en los problemas de la subjetividad. Otros mejor
que yo podrán exponer este decisivo asunto. No obstante, se puede decir que
el inmenso despliegue de la ideología dominante por medio del control
agudizado de los medios de comunicación de masas es un factor poderoso para
el mantenimiento del sistema. La falsificación de la realidad, la inducción
de dispersión y hasta de confrontaciones en el seno del pueblo, son parte de
la ética cínica de los dominadores y obligatoriamente obstáculos que la
izquierda debe vencer.
Los jóvenes miran
este mundo con desagrado y recelo creciente. La intoxicación de los MCM
puede desorientarlos por un tiempo, pero se impone de mas en más la
convicción que el país y el mundo andan mal y muy mal y que hay que luchar
para cambiarlo. Las resueltas movilizaciones de los estudiantes de enseñanza
media primero, de los universitarios después dan cuenta que no existe la tal
apatía de la juventud sino el rechazo del estado de cosas actual. Y cuando
esto se evidencia, emerge el afán de dividir, de contraponer como se trata
de hacer con los estudiantes del sector público y los de la educación
privada.
Las fuerzas de la
cultura y las fuerzas morales, como las de los creyentes, resisten la ética
del capitalismo salvaje. No pueden aceptar concepciones como las que el
mentor principal del modelo, Friedrich Hayek, profirió en Santiago: “Una
sociedad libre requiere de ciertas morales que en última instancia se
reducen a la mantención de vidas: no a la mantención de todas las vidas
porque sería necesario sacrificar vidas individuales para preservar un
número mayor de otras vidas. Por lo tanto, las únicas reglas morales son las
que llevan al cálculo de vidas: la propiedad y el contrato.” Esto lo dijo
cuando Pinochet ejercía la suma del poder. Por ello toman y tomarán más y
más un lugar al lado del pueblo y la izquierda debe facilitar ese acceso,
esa alianza. Esto supone el respeto a nuestra diversidad de cosmovisiones,
también de intereses si es el caso. Pueden existir y existen contradicciones
pero también existen caminos para evitar que se transformen en antagonismos
irreconciliables. Ser de izquierda es inteligencia y flexibilidad para
abordar y resolver las contradicciones en el seno del pueblo mirando por el
porvenir del movimiento.
Ser de izquierda
hoy significa desatar la protesta consciente ante cada agravio que el
sistema infiere a la inmensa mayoría de los seres humanos en nuestro país y
en el mundo. Junto con ello, debemos construir las propuestas que indiquen
que otro Chile y otro mundo es posible. En esto estamos avanzando y debemos
seguir adelante.
Ya es algo largo y
debo terminar.
Lo haré con una
reflexión ajena a nosotros. La de un hombre que se autodefine claramente
como antisocialista:
“Aunque el ideal
terrenal del socialismo y el comunismo se haya derrumbado, los problemas que
este ideal intentaba resolver permanecen: se trata de la descarada
utilización social del desmesurado poder del dinero, que muchas veces dirige
el curso de los acontecimientos. Y si la lección global del siglo XX no
produce una seria reflexión, el inmenso torbellino rojo puede repetirse de
principio a fin”
Se trata de
Alexander Solzhenitsin. Hay mas de una lección a sacar de esta cita.
Y también hacer una
corrección. El torbellino ha comenzado a formarse. Pero Solzhenitzin se
equivoca si cree que será solo rojo. Será, en realidad , multicolor. Porque,
junto al rojo, estará el verde de los ecologistas, el color diverso de los
pueblos originarios, el rosa o morado de las mujeres, el color que los
jóvenes elijan, el amarillo de los cristianos, y todavía otros.
Entonces se formará
el arcoiris que anuncie de veras que despeja el día. Porque el arcoiris que
anunció que la alegría venía fue tapado por nubes pardas y negras, desde
fuera y también desde dentro. La razón del desvarío es principalmente una:
la izquierda nos es todavía suficientemente fuerte.
(1) Clase dictada
en el Acto de Inauguración de “2001 – Año de la Formación Comunista”, el 19
de Mayo de 2001.